En 1572, una nueva estrella apareció en el cielo: brillaba más que todas a su alrededor, y podía ser observada a simple vista, de día. Las mediciones precisas de su posición, hechas por el astrónomo danés Tycho Brahe, permitieron refutar finalmente el concepto aristotélico sobre la inmutabilidad de los cielos. Se empezaba a comprender que el universo, más allá de la Tierra y la Luna, estaba lleno de movimiento, de reacciones entre materiales, de cambios.
En su momento, sin embargo, los astrónomos del siglo XVI no comprendieron qué clase de estrella estaban viendo. Ayer se publicó un estudio de un equipo internacional de científicos, que usaron ecos de la luz cual "máquina del tiempo", para revelar lo ocurrido frente a los ojos de Tycho.
Esta imagen compuesta de los vestigios de la supernova de Tycho combina observaciones infrarrojas y de rayos X. Se concluyó ahora que el brillo fue dado por la explosión de una estrella enana blanca, en la constelación de Casiopea. Es decir: lo que estaban observando era el explosivo final de una estrellita, cuya luz llegó a la Tierra hace más de 400 años, y hoy se devela a partir de ecos.
viernes, 5 de diciembre de 2008
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