martes, 10 de marzo de 2009

Alud de preguntas



El video aquí arriba muestra lo que ocurrió en Tartagal, provincia de Salta, hace exactamente un mes.
El lunes 10 de febrero Tartagal había amanecido con llovizna leve. Recién a las 8 comenzó la lluvia torrencial. Y a las 9.30 el agua y el barro comenzaron a ingresar a las casas cercanas al río.
Miles de troncos que bajaron del cerro conformaron un dique natural que desbordó el río hacia los márgenes, cuatro cuadras de cada lado, sobre los sectores más humildes.
A diferencia del desborde de 2006, el reciente desastre no se debió a torrenciales lluvias, sino al descenso de agua, árboles y tierra desde los cerros.
Ante la consulta de por qué la inundación, hay versiones opuestas del lado de vecinos y de políticos.
Para los vecinos y damnificados la respuesta era la misma: la tala del bosque.“La culpa no es de la naturaleza”, fue la respuesta recurrente de los vecinos más afectados de Tartagal, al norte salteño. Y culpaban a la mano del hombre y la complicidad política, que apoya la deforestación en la región.
Las organizaciones campesinas y las comunidades indígenas advierten que la masa boscosa cumple la doble función de absorber agua y ser una barrera natural contra los desmoronamientos. Sin esa barrera, y con troncos talados en la montaña, el resultado es que una lluvia moderada, puede generar un alud de barro... y de los propios troncos arrastrados.
El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, admitió ayer que si la crecida del río “no traía la cantidad de árboles que trajo, probablemente esta situación no hubiera sucedido”, pero negó que el desastre se haya debido a la tala indiscriminada.
“Lo que ha pasado es que se ha desbarrancado parte del cerro”, sostuvo el gobernador.
El ministro de Ambiente salteño, Julio Nasser, sostuvo que el aluvión responde “a las características ambientales y no a las deforestaciones efectuadas en el lugar”, en respuesta a las denuncias frente a la aparición de troncos aserrados en las calles de Tartagal. De todos modos, insistió en que “es común que sucedan, a lo largo de la ruta 34, procesos de movimientos que generan avalanchas de desechos y flujos densos”.
Los pueblos originarios y campesinos bautizaron hace años a Salta como la “capital nacional del desmonte”. En sólo cuatro años, entre 2002 y 2006, el sector privado arrasó 414.934 hectáreas, más del doble del registrado entre 1998-2002. En 2007, superó todas las expectativas: autorizó talar 435.399 hectáreas (435.999 manzanas!), según datos oficiales de la provincia.

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